DESARRAIGO


Bilbao,
Siempre con nubes grises,
siempre con temperaturas frescas,

Indautxu me vio nacer
y allí yo vine al mundo
en un jueves lluvioso
caí en las manos de aquel ginecólogo prestigioso,
como una pluma,
apenas superando los dos kilos,
de mi madre necesitaba mimos,
quince días de incubadora,
entre algodones
y lágrimas a borbotones,
prematura ausencia maternal,
perturbadora, inquisidora,
crecí sin aprender a vivir,
me agarré a la existencia
en una ciudad
que no verá mi decadencia,
pues de ella mi futuro va a huir.

M.L.

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