UN MUNDO INEXISTENTE



Lo bueno de un mal año es que sólo dura un año y lo malo es que hay que pasar los 365 días con sus lunas, sus fríos y sus calores que nos deshidratan hasta las ideas. 
Guerras, injusticias, trágicos accidentes, violencia, crímenes sin causa, gente despreocupada que navega en un barco en el que no pretenden pescar sino pasear por alta mar. La prensa es así de variopinta, es así de cíclica. Los periódicos vomitan cada mañana todo lo que el mundo se tragó el día anterior. Impotencia, rabia, frustración, estas sensaciones me crea la lectura de la actualidad. 
A veces me encierro en mi mundo y procuro no mirar alrededor pero el sentimiento de culpabilidad me persigue y puedo asegurar que es una de las peores sensaciones que pueda experimentar el ser humano. Sobre todo culpable por no haber hecho, por no haber estado, por no haber ayudado, por no haber opinado, por no haber criticado, por no haber apoyado. Es curioso, es más fácil sentirse culpable por todo aquello que no hacemos que por lo que hacemos, será porque lo hecho, hecho está y puede que tenga solución, pero lo que no se ha hecho crea un vacío existencial, un espacio y un tiempo inexistentes, lo que no hacemos es una especie de fantasma de la actividad, cuando no actuamos las cosas cambiarán por evolución propia pero no por una reflexión razonable puesta en marcha, y es entonces cuando aparecerá la culpabilidad, el vacío existencial, si no hago, si no pienso, no existo.
Como en este mundo nadie hace nada por cambiarlo, quizás ni siquiera exista, pero eso sería un sueño.

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