NOCHE DE REYES




Queridos Reyes Magos,
                                    hace muchos años que no os escribo, hace tiempo que mi infancia dio paso a la adolescencia y en ésta me cultivé como adulta. Adjunto os envío una foto de cuando era pequeña y os pedí aquella muñeca que era tres veces más grande que yo, ¿os acordáis?, yo perfectamente, se llamaba Rosaura, y fue mi juguete preferido en aquella época de mi vida en la que mi actual ingenuidad era aún una fresca inocencia.
No sé si os acordaréis de mí, con tantos niños a los que llevar regalos, es lógico que el paso del tiempo agote vuestros recuerdos, es lo que suele pasar. No me atrevía a escribiros porque consideraba que sería una carta fuera de contexto, pero osaré a hacerlo aunque no estéis acostumbrados a recibir escritos y peticiones de gente adulta.
Lo que fundamentalmente necesito es recuperar aquella magia que sentía en la noche de reyes, aquel hormigueo que recorría por todo mi cuerpo y que desembocaba en un nerviosismo que me tenía en vela hasta bien entrada la madrugada. Al día siguiente, me levantaba de la cama de un salto, como si el insomnio no hubiese afectado a la energía de mi cuerpo. A mi madre le costaba tenerme quieta mientras me aseaba y me vestía, no podía más, la ilusión contenida durante toda la noche tenía que explotar en la emoción de ver mis juguetes nuevos. Si conservara aquella divina magia, quizás se la podría transmitir a los demás, que es lo que quiero. Deseo transmitir ilusión, paz, serenidad, positivismo, luz, energía.
Esta noche, por si pasáis por estas humildes zonas, os puedo dejar el vasito de leche, pero como venís en camellos y no creo que os paren para hacer el control de alcoholemia, os dejaré también un vaso de vino de la zona, y un poco de pan de horno de leña, que ya se sabe, con pan y vino, se anda el camino.
Deseándoos un muy buen viaje, se despide atentamente, vuestra pequeña grande amiga por siempre.
Mercedes 


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