MIEDOS


El miedo de vivir congela nuestras acciones, el miedo a la muerte como concepto completamente desconocido nos da pánico en la mayoría de los casos. El hecho de no ser dueños ni de la vida ni de la muerte en una cultura materialista nos enferma de una tristeza irreal. Sufrimos   porque no poseemos nuestras propias vidas, y tememos las futuras y desconocidas experiencias, como a la última de todas ellas: la muerte, que para los creyentes (entre los que me incluyo) es sólo una fase más de nuestra existencia.
Los miedos al proceso de la vida y al del fallecimiento carecen de sentido desde el momento en el que tanto vivir como morir no son objetos de propiedad como una casa o un coche. 
Bien es cierto que somos responsables de nuestros actos hasta tal punto de que el hombre creó la Ley para limitar
las acciones humanas pero no somos dueños de nuestra propia vida y mucho menos de la de los demás.Si fuésemos libres de elegir nuestra propia existencia, seguramente no tendríamos ningún tipo de problema, en cambio, miles de circunstancias indeseables halan hacia el interior de un remolino de angustias, ansiedades y depresiones a los hombres insaciables de bienes materiales que se aferran a contactos virtuales, porque es una de las pocas manifestaciones de humanidad que van quedando y donde, de alguna manera, se pierde la noción de estar vivos, del tiempo y del miedo.

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