EL SEÑOR DE MIRADA CANSADA
El señor de mirada cansada siempre está sentado en el banco
de madera que hay en la puerta del bar de su hijo y ve pasar a la gente con una
mirada indefectiblemente cansada y proyectada a través de unos ojos
envejecidos.
El señor de mirada cansada es el padre del muchacho del bar,
es un señor mayor, de unos ochenta años, respira el mismo aire que el niño que
inicia una vida y revolotea a su alrededor, pero el anciano coge el aire como
si fuera un bien preciado, mientras que el pequeño probablemente aún no se haya
percatado del sonido de su propia respiración.
Hoy no ha sido un buen día para el señor de mirada cansada,
su débil cuerpo le ha dado un aviso, uno más. Su piel se ha vuelto pálida y
amarillenta dándole un aspecto cadavérico.
El señor de mirada cansada es un luchador, se agarraba con
su rígida mano a la asistente que le ha dado unos primeros auxilios como queriéndose
asir a la vida, a una vida consumida.
“Éste ya no vuelve” ha dicho un vecino entre el grupo de
gente arremolinada entorno a la ambulancia.
Esperemos que sí, esperemos que su fuerza le devuelva al
banco de madera desde el que ve pasar la vida que ama con dignidad.
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